Gaza y la disputa del relato: exposición G€NOC1DIO

Cuando la asimilación es imposible, la civilización occidental se despliega como el ángel de la muerte. ¿No era este el mensaje implícito en la actuación de Yuval Raphael en Eurovisión 2025, al abrir sus alas negras dentro de un zigurat mesopotámico para decretar un “nuevo día”? Un día proclamado desde una Torre de Babel y sellado con la sangre de Gaza, que designa un mundo depurado de palestinos y, por extensión, de cualquier obstáculo a la concentración tecnocrática del poder.

Es sabido que todos nuestros gobiernos venden armas a Israel o las adquieren de él, y todos participan en la consolidación de un Estado militarizado con capacidad para moldear los mapas de una región saturada de gas y petróleo. Una región habitada, además, por el Otro: el musulmán, siempre definido como terrorista en nuestros medios y, por tanto, una vida disponible para la eliminación y el espoleo.

Esta implicación estatal no responde tanto a una adhesión entusiasta – salvo excepciones – como a una dependencia estructural. Una dependencia fundada en la supremacía tecnológica israelí, en la externalización de la violencia y en la proyección silenciosa de sus aparatos de inteligencia, que garantizan a Occidente un orden regional sometido a sus necesidades.

Así, en este tiempo en que el neoliberalismo ha logrado neutralizar al movimiento obrero —fragmentando a los trabajadores, sustituyendo la lucha colectiva por la “meritocracia” y reduciendo la vida al desarrollo individual—, el poder recuperó sin resistencia la agenda que le había sido disputada desde finales del siglo XIX. Con la caída del Muro de Berlín no se cerró solo un conflicto: se clausuró la necesidad de un ‘capitalismo con rostro humano’. Desde entonces, el objetivo vuelve a ser simplemente la concentración total de la riqueza y del mando bajo un único sistema de explotación.

En ese marco, toda comunidad que no pueda ser descompuesta en individuos obedientes se vuelve intolerable. Los pueblos que persisten como realidad histórica no asimilables dentro de los proyectos de acaparamiento de tierras y recursos aparecen como obstáculos a eliminar, imponiéndose campañas de deshumanización que posibilitan la legitimación del proceso genocida. Palestina es un caso paradigmático: allí donde la continuidad de la comunidad nativa se vuelve imposible, el sistema solo admite dos salidas: la destrucción de los cuerpos o su disolución en la forma de refugiados. No deja de ser una ironía que este proceso de acumulación sostenido en la tecnología más de vanguardia y en ingeniería social potenciada con Inteligencia Artificial aparezca en todas partes revestido del oropel místico veterotestamentario.

Doctrina (הרות), 2005. Daniel Villegas.

A pesar de los esfuerzos de amplios sectores de la sociedad por movilizarse y reaccionar frente a las imágenes del horror provenientes de Gaza —especialmente visibles en el Estado español, como se pudo comprobar durante La Vuelta ciclista—, las mutilaciones de los cuerpos palestinos y su desmembramiento por munición occidental han terminado normalizándose y aceptándose con una inquietante “naturalidad”.

En un primer momento, el partido de los reaccionarios —siempre sometidos a la voluntad del más fuerte— intentó negarlos; después, los justificó como autodefensa, apoyándose en el hecho falsificado como inaugural del 7 de octubre o en los nunca probados de forma fehaciente “escudos humanos” en hospitales. Pero cuando la devastación de la Franja alcanzó proporciones ya incompatibles con el relato de la “lucha antiterrorista”, optaron simplemente por ignorarla y ridiculizar a quienes la denunciaban.

La Franja devastada devino paisaje en los medios y, literalmente, paisaje para una parte de la sociedad israelí que llegó a pagar por contemplar los bombardeos de su artillería desde miradores y cruceros acondicionados para ello.

Llegadxs a este punto hay que considerar que la centralidad de la limpieza étnica en Gaza y el apartheid palestino es total. Nos concierne porque la narrativa que la hace posible es la misma que, en nuestras propias sociedades, impulsa el ascenso de la ultraderecha: la identificación de sujetos prescindibles, de cuerpos declarados improductivos o inasimilables al orden económico neoliberal, y cuya resistencia —en lugar de la indigencia, la medicalización o el suicidio— es presentada como una amenaza que debe ser neutralizada. Gaza no inaugura esta lógica, la lleva a su formulación más desnuda y espectacular, abriendo además la puerta a nuevas atrocidades, como constatamos ahora con los asesinatos extrajudiciales llevados a cabo por EEUU en el Caribe.

El fin de la filosofía occidental (II), 2005. Democracia

La censura es otra de las piezas claves para el fortalecimiento de este orden social. En Madrid, en noviembre de 2024, obras como ¿La solución? de Sebas Cabero, Contra-Propaganda de Nuria Güell y Estatados Israel de Byron Maher —críticas explícitas a la violencia estatal, a la maquinaria propagandística y a la necropolítica ejercida a través de los símbolos nacionales— fueron denunciadas tras su exhibición en la fachada del Centro Social Okupado La Rosa. Las denuncias, impulsadas por la organización Acción y Comunicación sobre Oriente Medio (ACOM) y el Movimiento contra la Intolerancia respondieron a una estrategia conocida: declararse víctima para ocultar los crímenes cometidos contra la población palestina y ejercer, a través del aparato judicial, violencia disciplinaria contra activistas y artistas.

Esta práctica no es una anomalía local. En Argentina, por ejemplo, la DAIA (Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas) publica anualmente informes sobre supuestas “prácticas antisemitas” que funcionan, en la práctica, como listados de nombres, acciones y posicionamientos destinados a estigmatizar y a presionar al Estado para perseguir toda crítica a Israel. Se configura así un mismo dispositivo transnacional: convertir la denuncia del genocidio en infracción, y la crítica política o artística en riesgo personal. Bajo este marco, representar Gaza deja de ser un gesto solidario y se convierte en una forma de autodefensa frente a un modelo de dominación que ya opera con la complicidad activa de nuestros Estados.

Gaza es un modelo de laboratorio, un método de gobierno donde la devastación se vuelve compatible con la normalidad, y donde los autores de la limpieza étnica son presentados como adalides de la cultura occidental y el progreso. Quebrar esta narrativa es un primer paso, y este es el objetivo que se plantea la exposición G€NOC1DIO, presentada en la Fundación Anselmo Lorenzo el 13 de diciembre y abierta hasta el 13 de enero: una exposición colectiva autoorganizada que reúne a cuarenta artistas y responde de manera directa a los intentos de censura, judicialización y vigilancia del activismo propalestino. En un contexto saturado de imágenes que vacían de sentido cualquier intento de ilustrar la matanza, las obras aquí reunidas renuncian a representar el horror para señalar los mecanismos que lo hacen posible, la hipocresía de las narrativas que lo sostienen y la cadena de responsabilidades políticas que hoy dirigen y ejecutan esta política de exterminio.

Por supuesto, a quienes defendemos la solidaridad internacional se nos seguirá acusando de antisemitismo para silenciarnos. No hay nada que justificar a este respecto, pues a los genocidas y a sus amigos no se les debe explicación alguna, y los judíos antifascistas entenderán a la perfección las ideas aquí expuestas.

Tampoco, 2025. Rogelio López Cuenca

Listado de imágenes:

  1. ¿La solución? 2024. Sebas Cabero.
  2. Doctrina (הרות), 2005. Daniel Villegas.
  3. El fin de la filosofía occidental (II), 2005. Democracia
  4. Tampoco, 2025. Rogelio López Cuenca

Artistas:

Alberto Chinchón
Anaïs Florin
Byron Maher
Daniel Villegas
Democracia
Digo Diego
DosJotas
e1000
Efrén Álvarez
Elo Vega
error_404
Escif
Eugenio Merino and INDECLINE
Florencia Kettner
Javier Montero
Julio Falagán
Lara Lars
Laura Pinta Cazzaniga
Le Frère
Left Hand Rotation
Lydia Garvin
María Cañas
María Rosa Aránega
Mario Espliego
Nicolás Cox
Noaz
Nuria Güell
Porfavor
Ramón González Echeverría
Redretro Sistema de Transporte Onírico
Regina José Galindo
Rogelio López Cuenca
Ruth Montiel Arias
Sam3
Santiago Sierra
Sebas Cabero
Sergio Delicado
Todo por la praxis
Un mundo feliz
Yeyei Gómez

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